Nuestros hábitos cotidianos no solo afectan nuestra productividad, sino que también tienen un profundo impacto en la estructura y función de nuestro cerebro.
“Cada acción que realizamos, desde el momento en que nos despertamos hasta que nos acostamos, deja una huella en nuestras redes neuronales. Estas conexiones neuronales, moldeadas por la repetición y la constancia, determinan en gran medida nuestra capacidad para manejar el estrés, mantener la concentración y alcanzar nuestros objetivos.” – Dr. Andrew Huberman, neurocientífico.